1908 SEVILLA con Maeztu

 

José Arrue, La Pasarela (detalle), Sevilla 1908


Diego López García, Cartel publicitario 1908

El origen de la Feria de Sevilla se remonta a 1846 cuando dos concejales del Ayuntamiento un vasco, José maría de Ibarra, y un catalán, Narciso Bonaplata idearon organizar una feria de ganado que se celebraría anualmente, durante tres días, en el mes de abril.

La Feria de Abril de 1908 tuvo un carácter especial debido a la conmemoración del centenario de la Guerra de la Independencia. Con tal motivo se organizó un especial evento bajo el nombre "España en Sevilla", que congregó a diversos grupos regionales, quienes acudieron con sus trajes típicos.

José Arrue y Gustavo de Maeztu, tras haber finalizado la "aventura" de El Coitao, decidieron acudir a Sevilla no sólo para disfrutar de la Feria sino también para conocer la ciudad, sus monumentos y, sobre todo, su gente. José tenía entonces 22 años y Maeztu 20. Ambos quedaron entusiasmados de la experiencia.

 

 

 

 

 

Este es el recuerdo de José Arrue escrito por él mismo más de sesenta años después:

Gustavo de Maeztu y yo marchamos a Sevilla, a ver las procesiones y la feria. Y nos quedamos hasta primeros de junio. Nos encontramos allí con Arriarán, un pintor Hispano Americano, al que conocíamos de París. Tropezamos con una porción de pintores que venían de Madrid a ver lo mismo que nosotros —entre los que figuraban los dos hermanos Solana, Ricardo Baroja y otros de los que no recuerdo bien los nombres—, aunque en aquel tiempo eran muy conocidos —me parece que uno de ellos era Miguel Nieto—. Todo el grupo fuimos a un Mesón, que alguien dijo que se llamaba “del Peine”. Durante la feria recorrimos toda Sevilla, se puede decir que en masa. Uno de los días, recorrimos todos los bares probando los chatos de “Manzanilla con banderilla” y terminamos como era de esperar.

Cuando terminaron las fiestas, pasamos el Puente sobre el Guadalquivir, y tomamos una habitación amueblada, dirigidos y recomendados por un muchacho sevillano que se hizo amigo nuestro, y en Triana, en frente de la Torre del Oro, al otro lado del río, pasamos un par de meses. Los tres trabajamos, visitamos la ganadería (o parte de ella) de Miura, sentados en un coche tirado por cuatro caballos y paseando entre grupos de toros, unos de pie y otros tumbados pacíficamente.

Vino el calor y al fin nos marchamos. Sevilla me dejó para siempre su recuerdo.

Como testimonio de su viaje a Sevilla, José Arrue dejó tres obras reflejando otras tantas escenas que, tal y como dice en su escrito, quedaron para siempre en su recuerdo:

José Arrue, Sevilla - 1908, La Pasarela

La Pasarela, gouache sobre papel, 50 x 68 cm, representa la portada de la Feria desde su inauguración en 1896 en aquella época se organizaba en el Prado de San Sebastián hasta su demolición en 1921.

 En la esquina inferior izquierda, José Arrue se dibuja a sí mismo, de perfil y con boina, acompañado de parte del grupo con quien compartió la visita todos ellos ataviados con traje y sombrero entre ellos, Gustavo de Maeztu.

 

La Pasarela era un paso peatonal, construido en hierro por el ingeniero Dionisio Pérez Tobía, con cuatro escaleras de acceso y un quiosco en la confluencia de las mismas. Durante la Feria se iluminaba con cerca de 800 luces de gas originando el ambiente que José Arrue refleja en el cuadro. 
 
 
 
 
 
 

 


José Arrue, Sevilla - Mayo - 1908, Caseta de Feria

Caseta de Feria, gouache sobre papel, 32 x 48 cm, representa el interior de una de las casetas que José Arrue tituló En la Feria. La caseta n.º 13 - Don Eduardo Miura (honrada con la presencia de Antonio Fuentes.

Don Antonio Fuentes Zurita 1869-1938 (de gestauro.blogspot)
Antonio Fuentes Zurita fue un famoso torero y ganadero sevillano. Debutó en 1885 y tuvo su mejor época entre 1893 y 1908, año en que aparece dibujado por José Arrue y que coincide con el momento en que se retiró por primera vez.

Destacó por su "elegancia" tanto en el ruedo como fuera de él.




 

J. M. SORIANO escribió en el ABC el 6 de mayo de 2019 a propósito de las casetas de la feria:

La primera feria contó con 19 casetas, pero no como las conocemos hoy en día. Estas primeras casetas no eran más que pequeñas carpas con las que resguardarse del sol. Dentro se encontraban puestos de venta y tabernas públicas ubicadas en la calle San Fernando y el Prado de San Sebastián.

El Duque de Montpensier, el que fuera cuñado de la Reina Isabel II y asiduo a la feria de Mairena, montó en 1848 una «tienda» prácticamente a las puertas de su propio palacio en San Telmo y, dos años después, instaló la primera caseta privada en el real. Este nuevo espacio iba destinado únicamente para aquellos de su mismo nivel social y así alejarse del pueblo.

«En Sevilla decidió instalar una tienda de campaña lujosa en el real para disfrutar del ambiente, pero en un recinto privado, cerrado y vigilado por sus criados, para invitar a sus amigos y pasar la feria rodeado de sus iguales. En los años siguientes le imitaron los nobles y ricos de Sevilla y pronto el real se fue llenando de casetas privadas», explica el historiador José Manuel Navarro a ABC.

 

Caseta de los Artistas, exterior. Postal de 1907.
Casetas antiguas (ABC)

Caseta moderna, 2009





En la caseta n.º 13 que pintó José Arrue, propiedad de Don Eduardo Miura Fernández el que se hiciera cargo de la ganadería a la muerte de su hermano Antonio en 1893, impulsando la fama de la misma puede verse, en primer plano, a Antonio Fuentes Zurita, así como otros personajes reconocibles entre los espectadores, incluyendo a José Arrue, Gustavo de Maeztu y otros componentes del grupo de amigos, observando de pie, junto a la cortina, en la parte derecha del cuadro. La ornamentación de la caseta está también representada con detalle: los grandes cortinones, la alfombra con los colores verde y grana de la divisa de Miura, los jarrones y el piano con los candelabros, y el gran espejo del fondo donde se reflejan las dos bailaoras, la gente en la calle observando el espectáculo y la luna. Y, por supuesto, las elegantes bailaoras con sus mantillas y mantones de Manila, así como la original guitarrista.


José Arrue, Sevilla - 1908, El Paso del Baratillo

El tercer testimonio de la estancia de José Arrue es este último cuadro inspirado en una de las procesiones sevillanas y titulado El Paso del Baratillo, gouache sobre papel, 32 x 48 cm.
Representa el antiguo Misterio de la Hermandad del Baratillo, el único paso que procesionaba la corporación en aquellas fechas. Representaba la Piedad, con las imágenes de un Cristo y una Virgen, ambas realizadas por Emilio Pizarro. Los cofrades vestían entonces con túnica blanca y antifaz negro.
Abriendo la procesión, desfila la policía a caballo con los sables desenvainados.

Se da la circunstancia de que estas tres originales obras, de las pocas ambientadas fuera del País Vasco, las conservaba con esmero Ramiro Arrue en su domicilio, sin encontrar la posibilidad por impedimentos legales de que atravesaran la frontera. Al fin, en junio de 1965, Clemente Redín, hijo de Secundino Redín, un muy buen amigo "condiscípulo de Escolapios", diría José Arrue pudo recogerlos y trasladarlos al domicilio de Llodio. Ramiro, en carta del 21 de junio, comunicó a José el envío de los cuadros y añadió: 

"Verás que las escenas sevillanas, a pesar de tantos años de alejamiento, de viajes y mudanzas, se han conservado bien. Yo creo que hará unos 50 otoños que las tengo."

Y así era, gracias a lo cual las tres obras pudieron ser expuestas en 1977, en el homenaje que el Banco de Bilbao tributó a los cuatro hermanos Arrue.

Para valorar la impresión que Sevilla produjo en Gustavo de Maeztu reproducimos parte del artículo que Juan de la Encina escribió en la edición ilustrada de El Nervión el 16 de agosto de 1909, incluyendo dos dibujos:



 























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